Ferran Sales Aige

    Ferran Sales Aige

    Periodista reportero desde 1966, trabaja desde hace más de 25 años para el diario El País. Ejerció de 1990-2005 como corresponsal primero en el Magreb y después en Oriente Medio, en Jerusalén. Actualmente está adscrito a la delegación de Barcelona del mismo periódico. Trabajó, asimismo, en la sección de judiciales de Madrid y Barcelona, fue enviado especial en numerosos países de Europa y América Latina y fue miembro fundador del primer equipo de investigación de El País en Madrid. En 1995 recibió el Premio Cirilo Rodríguez de Periodismo por su cobertura informativa en Argel, durante la guerra civil de 1990 a 1995. En la actualidad compagina sus tareas periodísticas con la colaboración docente en la Facultad de Ciencias de la Información de la UAB y es miembro de la junta directiva del Institut de Drets Humans de Catalunya. Un periodista integral No lo aparenta. Pero Fernando Sales es un hombre movido por la inquietud de entender, de averiguar. Y, llevado por ella, a lo contrario del vivir sosegado de la costumbre, en la seguridad de lo habitual. Lo explica una primera curiosa formación de tipo multidisciplinar. La naturaleza dispar de estudios en la Escuela Náutica y la Facultad de Derecho de Barcelona. ¿Qué buscaba Fernando en estos caminos iniciales? Quien, como yo, le conoció ya profesional maduro en avatares de mucha responsabilidad, a veces de no poco riesgo en la guerra civil de Argelia de los años noventa o en la escalada sangrienta entre israelíes y palestinos de la primera y segunda Intifada, puede dar respuesta a esta pregunta. Sales necesitaba desprenderse de la rutina, ver lo diferente, entenderlo y comunicarlo. Llevaba en el alma la vocación del periodismo más vivo y en directo. La curiosidad por lo diferente, por los lugares y aconteceres en que la historia adquiere un ritmo acelerado, a veces trepidante. Le atraía, por encima de todo, la tarea del corresponsal de prensa en los lugares en donde obtener la información directa, sin filtros ni intermediarios, no suele ser fácil ni cómoda. Entonces, Sales había adquirido ya un bagaje propiamente profesional en la Escuela de Periodismo de la Iglesia de Barcelona y la Oficial de Madrid. Y experiencias de muy diversas características en la prensa: publicaciones en el Diario de Barcelona, Mundo Diario, Avui, Tele-Exprés y El Periódico de Cataluña. Pero fue su entrada en El País, donde ha trabajado durante 25 años, y al que todavía está vinculado, la ocasión de que Sales pudiera desarrollar la labor que le ha consolidado como profesional de reconocido nombre. Su último libro, Mohammed VI, el príncipe que no quería ser rey, muestra un profundo conocimiento del reino alauí, así como de las complicadas relaciones de Marruecos con su vecina Argelia en razón del contencioso del Sahara occidental y con los otros países de la UMA, estancada hace años por desacuerdos entre sus miembros. Un prestigio singularmente potenciado por sus años de corresponsal en Rabat y Argel y, con posterioridad, en Oriente Medio, especialmente en Jerusalén. Es ahí donde Sales entró a formar parte de una relevante generación de corresponsales y enviados especiales de los grandes rotativos que abrieron al gran público español el conocimiento del mundo árabe y medioriental, así como de la imparable ascensión islamista dentro de él desde los años ochenta del siglo XX. Una amplia área que precisamente ha pasado a primera línea de la actualidad con el apremio de sus múltiples frentes conflictivos. Sales, con Tomás Alcoverro en la avanzada de Beirut, Maruja Torres, Javier Valenzuela, Manuel Leguineche, Ignacio Cembrero, Marc Marginedas y otros, fueron los testimonios de un inesperado giro de 180 grados en la configuración de un panorama mundial condicionado por el conflicto árabe-israelí, las guerras del Líbano, la guerra civil de Argelia, la de Iraq o la revolución islámica de Irán. Fernando Sales hizo escuela junto a ellos no sólo por los riesgos asumidos, sino, especialmente, por su honestidad en un trabajo en el que muchas veces la vanidad lleva a destacar más el protagonismo del profesional que el valor intrínseco de la noticia. María Dolores Masana Argüelles